Me encanta. Yo no sé nada de tecnología para compartirlo. Perfecto, pero lo voy a publicar tal y como lo pude copiar, por lo que pienso tal vez me tildaran de egoísta.
Hay momentos en la familia, que piensan que uno es tan, pero tan indispensable, que si no es uno, no se mueve ni un reloj. Y no entienden, que uno tiene sus propias necesidades, sus propios anhelos, sus propios gustos, su propia manera de vivir.
No entienden que uno ha dejado sangre en la arena, para darles lo mejor. Que uno ha dejado de un lado sus sueños, para dárselo a otros, para que puedan seguir surcando su propio camino.
Yo, desde joven, pensé que yo soy una semilla. De esa semilla nació una plantita. De esa plantita, nació un árbol vigoroso y fuerte, que le ha dado sombra, sustento, fuerza, amor, y ha sostenido con coraje, contra viento y tormentas, esas ramitas que han ido creciendo con el paso del tiempo.
Pero ese tronco fuerte y vigoroso también necesita cuidados y amor para seguir viviendo. Esas ramitas algún día serán árboles que se entrelazaran con quien les dio la vida. Vivirán su propia historia.
Pero, yo, mi árbol principal, el que dio el ser, tal vez quiere hacerse a un lado, para que las ramitas inicien su propia continuidad, para que sus ramas y hojas suban vigorosas y fuerte hacia el cielo que lo vio nacer.
Y yo, mi árbol, ya cansado y viejo de tanto sostener, cuando cumpla su ciclo, el Señor Creador de todo, lo elevará hasta Él, para que lo haga descansar en su Paraíso Infinito. Y la semilla que sembré, se siga multiplicando…
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