¿Verdad que nos sentimos mal cuando una prolongada sequía exige racionar el agua? Pues te cuento, que hay un racionamiento peor: racionar el amor.
Se hace el mal cuando se deja de hacer el bien. Y lo hacemos cuando el amor no se da, el diálogo se evita, las caricias se niegan, el estímulo no se brinda, los bienes no se comparten…
No raciones el cariño, no seas avaro con el afecto. El amor es un tesoro que crece cuando se ofrece. Más amor tienes cuanto más amor brindas; siempre recibes más de lo que das.
Así que amigo mío, es lógico que se ahorre agua cuando escasea, pero es absurdo que amemos a cuentagotas cuando la capacidad es ilimitada.
Una misión te reclama y espera lo mejor de ti: calmar la sed de ternura y comprensión de tantos desconocidos que pueden ser tus amigos.
Así que anímate a compartir y no seas de aquellos que se mueren sin estrenar tantos talentos recibidos.
Sé generoso en el perdón, dadivoso en el afecto, y desinteresado en el servicio.
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