¿Saben lo difícil que es, cuando hay ministros y lectores, catequistas y cantores que se han adueñado de todos los cargos?
¿Cuando nadie, más que ellos, puede acercarse al Sacerdote?
¿Cuando nadie, más que ellos, puede "dirigir ni un Rosario"?
¿Cuando solo el grupito de siempre, organiza todo y no permite que nadie más pueda colaborar?
¿Cuando la misma persona, es lector, cantor, ministro de la Comunión y secretario a la vez?
Sí. Es difícil ir a la Iglesia, cuando uno llega buscando consuelo a la casa de su Padre, y en lugar de consuelo encuentra el ceño fruncido de la secretaria, la amarga mirada del sacristán y la lengua juzgadora de la "señora devota".
Sí, qué difícil es, cuando por no tener una fe madura, se nos ahuyenta. Y por una mala cara, nos apartamos para siempre de nuestra Madre, la Santa Iglesia Católica.
¡Ay de aquellos, caras duras, que con su anti-testimonio alejan a sus hermanos, porque por tibios los condenan a ellos, y por amargos se condenan a sí mismos!
En el Infierno a nadie sorprende tu gala de "cargos y puestos", ni que te "codees con el párroco", y tampoco le agradan a nadie tus años, acaparando para ti solo los ministerios, ni tus "conocimientos" de tantos cursos que has tomado.
¿A alguien le importará cuántos años hayas "coordinado", o a cuántos hayas "convertido, si para amar solo lo hiciste contigo mismo?
Y amigo, ten cuidado de no ser como uno de estos. Estas son las señales de las que debes cuidarte:
1. Juzgan, pero no se convierten.
2. Hablan, pero nunca escuchan.
3. Corrigen, pero no se dejan corregir.
4. Presumen sus años y sus servicios, pero nunca hablan bien del servicio de otros.
No, no se trata de que te vayas, sino de que no le impidas llegar a otros, pes el Señor es de todos, el sacerdote es de todos y LA IGLESIA ES DE TODOS.
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