Sabemos que un “autógrafo” es la firma original, de su propio puño, del autor de alguna obra. Así, quién se profundiza por el conocimiento del arte podrá, al admirar una tela afirmar de su autor y identificar incluso, si fuera el caso, a qué período de la vida artística que aquello pintor corresponde.
Quién escribe un libro, se define por una forma de escribir y a partir de ahí, pasará a ser conocido. Y naturalmente, coloca su nombre en la obra. Pero, más que eso, se identifica por el estilo y la forma con que desarrolla su pensamiento, al transponer para el papel.
Cada artista tiene su manera peculiar de identificarse en su trabajo. Y es así que él es conocido y admiradas sus producciones a través de los tiempos cuando nuestros ojos se extasían ante la naturaleza.
Por eso, cuando nuestros oídos se encantan con los sonidos de los ríos cantantes, con el murmullo de la fuente minúscula, con las aguas que bajan por las encestas, despejándose ruidosamente de las alturas; cuando el viento flautea una canción entre las ramas o agita con violencia el arboreto; cuando el sol se pinta de oro y todo se llena de luz por donde se desborda. Y así, cuando todo eso ocurre, todo el día, a cada día, procuramos por el autor y por la firma.
Y es que lo inaudito del Grandioso son las cosas minúsculas, todo obedeciendo a idéntica pulcritud, que nos dice de la calidad del Artista. La diversidad de tonos, de los sonidos, nos habla de un “Alguien” superlativamente ingenioso, pues que hay billones de años no reprisa una puesta, ni el cristal de una gota de rocío, ni la combinación de los gorjeos de los pájaros.
Cada día todo es diferente. El sol retorna, las nubes se desperezan, el prado se extiende, alongando su colcha de retajos de colores diversos, bordadas acá y allá de flores pequeñas... ¡Pero nada es igual..! Las hojas de los árboles están en número más grande o más pequeño. La sinfonía de las aguas acabó de ser compuesta. Los pájaros en el balance de otras ramas.
¡Sí..! El Artista responsable por el concierto del día y de la noche es extraordinario. Los hombres dicen que jamás lo han visto, pero todos pueden admirar Su obra, hasta aquellos que le niegan su existencia. Ese Artista inigualable firma las bellezas de las mañanas con el pincel de las madrugadas. Podemos descubrir Su Autógrafo, en la tela del firmamento, en el brillo de las estrellas. ÈL es tan grande, que la tela donde crea sus maravillas vive en expansión.
Pero donde Ese Artista pone su firma especial es en la esencia de cada uno de los hijos que ha creado. Él está en cada uno de nosotros y se llama Inmortalidad. Así que amigo mío, piensa en eso, PUES TÚ ERES EL MÁS ESPECIAL AUTÓGRAFO DE DIOS
