Te lo pregunto, porque, ¿si Dios es bueno todos los días, nos muestra su fidelidad en todo momento y tiene misericordia de nosotros, nos cuesta tanto actuar de la misma manera con nuestro prójimo?
Esperamos de Dios todo lo bueno, pero cuanto nos corresponde ser compasivos y misericordiosos, hacemos todo lo contrario.
¿Será que nuestro corazón está lleno de sentimientos negativos, que opacan el actuar del Espíritu Santo y preferimos llenarnos de egoísmo y desamor, para no sentirnos mal por el daño que causamos a otras personas?
Recordemos que el trigo y la cizaña crecen juntos, pero al final, el trigo se almacena y la cizaña es echada al fuego.
Amado Jesús, danos un corazón semejante al tuyo.
.