Hay lugares siniestros que guardan secretos. Hoteles, cabañas, estaciones de tren, son muchos los lugares donde ocurren sucesos que no se pueden explicar.
Del que les vengo a hablar, es un lugar turístico de camping, donde hay un río cristalino, hay muchos charcos donde se puede dar un chapuzón. Éste, en especial, lo llaman el charco del ahogado, precisamente porque allí se han ahogado varias personas, muchas de ellas nadadores de toda la vida. Aunque de éstas historias se hablaba mucho, las personas no dejaban de ir a dicho lugar, porque es bastante atractivo.
Era fin de semana con lunes festivo incluido. El viaje lo realizaba con unos compañeros y amigos de la universidad, entre ellos uno que había sido campeón de natación. Éste nos hacía bromas a todos, diciendo que nos enseñaría las mejores técnicas del nado. Llegamos allí sábado en la mañana, armamos nuestras tiendas y dispusimos todo para un gran fin de semana, estuvimos en el río en varias ocasiones tomando cerveza y riendo, efectivamente nuestro compañero nos enseñaba como nadar de la manera más descansada, y sí que era un experto, aunque nosotros por molestarlo, le decíamos que el solo era nadador de piscinas, el nadador del cloro. Él se reía y aseguraba que no había agua que el no pudiera nadar.
En la noche queríamos estar un buen rato fuera de las tiendas tomando ron y cerveza, pero el frío era inaguantable, así que pronto nos metimos a las tiendas. Éramos seis personas: cuatro en una tienda y dos aparte en una más pequeña. Estuvimos hablando hasta tarde, y eran pasadas las dos de la mañana, cuando se escuchó ruido en la tienda de al lado, donde solo hay dos compañeros.
Escucho cómo corren al río, despierto a los demás y salgo a ver qué pasa. La escarcha de la mañana cubre todo en absoluto, como si de una capa de nieve se tratara. Nuestro compañero, el nadador, corre al río gritando que a su compañero algo se lo llevó. No entendemos nada pero lo seguimos. Entra al río, a pesar del frío sin quitarse la ropa de dormir, está como perdido, sigue camino a lo más profundo del río gritando que él lo va a salvar, la niebla que cubre el río debido al frio pareciera que se apartara para que el siguiera su camino, llega a un punto donde ya no puede caminar y sigue avanzando a nado, todos le gritamos que salga, que es peligroso.
Los cuatro vemos cuando unas manos lo toman del cuello y lo hunden. Él intenta zafarse y pide que lo ayudemos. Todos corremos a tirarnos detrás de él a socorrerlo, la niebla que cubre el río se levanta como una pared de hormigón y nos impide pasar, vemos todo como si estuviésemos en el cine en una película de terror, todos pensamos que esas manos eran del otro compañero que estaba con él en la tienda, y se aferraba de él tratando de salvarse, pero así se iban a ahogar los dos, pero lo que vimos que terminaba de hundir a nuestro compañero no era su amigo de tienda, era una mujer con rasgos orientales, nos sonrió a todos al llevarse a nuestro compañero a las profundidades del río.
Solo minutos después la pared nos dio paso, y aunque con temores nos adentramos en el río a buscar nuestros compañeros, estamos en éstas cuando el otro compañero, que estaba con el nadador, sale de la tienda recién despertado sin saber que ha pasado, lo miramos sorprendidos, ¿entonces porqué el otro compañero decía que se lo habían llevado a él al río? Ese resto de noche no pudimos dar con el, solo tres días después los organismos de socorro encontraron el cadáver. Estaba cerca del charco, enredado en unas rocas. El compañero que dormía con él, dice que no se enteró de nada, ni siquiera nos escuchó a nosotros llamándolos. Asegura que su sueño es bastante liviano, pero esa noche fue más profundo de lo normal.
¿Qué pasó esa noche? ¿Quién hizo ahogar a nuestro compañero? ¿Quién era esa mujer? Creo que nunca lo sabremos, ni queremos averiguarlo. Nunca más volvimos allí.
(Derechos de autor: Alex Moralex Gómez).
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