Allá por el año de 1890, existieron en nuestro pueblo de antaño dos hermanas, quienes ya tenían un tiempo de haber quedado huérfanas de padre y madre y por lo tanto muy bien heredadas, ya que ambas recibieron muchas propiedades, sin mencionar las grandes cantidades de lingotes de oro y finas joyas, pues sus padres fueron inmensamente ricos pero muy desafortunados, ya que murieron víctimas de una terrible epidemia, tiempo atrás, sin poder hacer ya nada por ellos.
María Catalina, quien fuese la menor, era una señorita alegre, bella y muy culta, a diferencia de María del Carmen, quien era déspota, envidiosa y muy poco atractiva, por lo que odiaba con todo su ser a Catita, quien además gustaba de tocar lindas melodías en el piano.
Al cumplir sus 18 años, Catalina conoció a un hombre ya maduro, quien era un respetable hombre de negocios llamado Domingo Hernández y quien al verla quedó prendado por su delicadeza, alegría y gran belleza, por lo que decidió pedir su mano al único tío de las encumbradas señoritas, quien era todo un soltero empedernido. Por su parte, la envidiosa María del Carmen no podía creer, que un hombre tan codiciado y bien acomodado, hubiese ya quedado comprometido con su hermana menor, a quien siempre trató con la punta del pie.
Desde ese momento, noche tras noche, la malévola María del Carmen le ponía pequeñas cantidades de veneno a las comidas de su pobre hermana, quien poco a poco fue perdiendo aquella hermosura y amabilidad, ya que ahora era hosca y poco tolerante; cada vez se perdía más en la soledad de su alcoba, impidiendo que Domingo y todos supieran de ella, dado a que estaba escondida y encerrada bajo llave, en el interior de la enorme y muy tenebrosa mansión. Desafortunadamente la muerte la sorprendió y se llevó a la ya consumida Cata, en una fría madrugada.
Se dijo que su enamorado Domingo se volvía loco del dolor, pues la mentirosa María del Carmen le dijo que su hermana menor, había huido con otro hombre con el que se entendía desde hacía ya mucho tiempo y que siempre había estado engañándolo. Y aprovechándose de las circunstancias, ésta incalificable mujer le dio un somnífero al incauto caballero y lo llevó hasta su cama para despojarlo de sus ropas y pretender así engañarlo de haber pasado juntos la noche, ya que en realidad nada de esto ocurrió entre los dos.
Al despertar y estar tan confundido, éste no podía creer lo supuestamente sucedido y no le quedó otra opción que cumplir, proponiéndole matrimonio a la asesina y loca mujer, quien mató por envidia a su propia hermana y a quien se atrevió a enterrar en un oscuro y alejado rincón del enorme jardín de su casona, ubicada a unos cuántos minutos de la iglesia del barrio.
Los meses pasaron y justamente una noche, antes de la boda de la cruel María del Carmen y el desventurado novio, alguien tocó bruscamente a la puerta de la antigua casona de la mujer, por lo que ésta misma abrió temerosa la puerta, para percatarse que se trataba del horroroso y macabro espectro de su finada hermana, quien al momento se la llevó arrastrando de su larga cabellera, por toda la angosta calle, hasta perderse en la oscuridad de la noche, no sin antes mencionar los fuertes y desesperados gritos de terror, que despertaron a todos los vecinos, quienes vieron la dantesca escena, quedando perplejos para al día siguiente comentar y describir con mucho miedo lo que presenciaron.
Domingo, al saber de lo ocurrido, se fue de la ciudad, para nunca más volver y a las pocas semanas de la macabra noche, el respetable párroco de la Iglesia dijo haber oído unos lamentos, justo por fuera del portón de la desaparecida iglesia, mientras alguien tocaba con gran desesperación, por lo que decidió abrir, no obstante ser ya de madrugada, para ver a dos espeluznantes espectros, que no dejaban de quejarse, pidiendo a toda costa, obtener el perdón.
Tales manifestaciones eran nada más y nada menos, que las desdichadas y temibles hermanas, quienes a la fecha han sido vistas por las madrugadas, recorriendo las calles del pueblo con rumbo a la actual iglesia, misma que ocupa el lugar de la que fue demolida a principios del siglo pasado.
Se dice que ambas entidades tienen una mueca de gran sufrimiento y que sus lamentos se escuchan tan horribles, como los mismos demonios del infierno, que no dejan de perseguir a la mayor de ellas.
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